EL OJO DE DIOS

El ojo se abre viendo a ancianos, mujeres y niños. El ojo se abre viendo a los dioses, la carne, los vapores. El ojo recuerda la belleza de lo común. Me ve, luego existo. Como tal somos todos creados. Mira y atraviesa el corazón. ¿Quién sabe su nombre? Llámalo amor, la creación, la conspiración. Llámalo un cielo imposible colgado con las lunas y las estrellas. Es ayer o mañana, un millón de años viajando. Los círculos del sol y el halcón. Seguimos un flujo. Así mirado el mundo recibe su dios.

Yo vivía en el delta en una casa de barro, cuando sentí por primera vez su mirada. Vivía en su fuego y nunca lo supe. Estaba dormida, soñando sueños azules en el huevo del mundo. El ojo se abrio y cerro, parpadeando una vez tal vez como lo hace cada millón de años, y yo vine del no saber al saber. Salí de mi choza bostezando. Estaba desnuda en una cama de luz. Yo brillaba como el día. Me abri como una flor morada en la madrugada.

Estoy en el ojo de dios, descansando en su orbe azul. Dorados párpados me rodean. Las pestañas crecen como tallos de tordo oscuro. Veo lo que nunca me atreví - más allá del balde golpeando el pozo, más allá de las montañas empujando hacia arriba la tierra. La luz brilla en cada brizna de hierba, los dioses bailan en cada hoja, el fuego azul y dorado salta desde mis poros. Yo brillo dentro y fuera de la vida.

Un millar de formas tengo, totalmente míos - la mujer y el halcón, el sicómoro, el loto y el higo. Me plazco a mí misma naciendo y muriendo de nuevo. Camino un camino floreado rodeado de un millón de años. De temporada a temporada me cambio como una hoja enverdeciendo. Fluyo como la sangre a través de la carne. El ojo se abre y se cierra y, continua.

Lo que vive en los dioses y los ríos vive en mí, partes de un todo, uno en Uno. Tomo a mi viaje seriamente. He visto a las montañas, los desiertos y los mares. Yendo hacia ninguna parte, una mañana de repente entre en el cielo. Abrí la puerta y la atravese. Me paré en los pisos pulidos y entendi al cielo no mejor allí que cuando yo estaba sembrando maíz. Entonces me eche a reír, en esto estaba la verdad.

¿El mundo se muere conmigo cuando duermo? Parece que sí. Me despierto por la mañana y este nace de nuevo - mi amado, mis hijastros, mis mascotas, las estrellas. Hay veces en el día en que me olvido de el, luego lo veo pasar, pala sobre un hombro, el nace en mí y el amor se eleva.

Todas las cosas son vistas en el ojo de dios. Somos sus cuerpos. Su tiempo se mueve en nuestros vientres. No hay temporada en la que el cielo no tiene la forma de su amada, no hay tiempo en el que la tierra no canta. Bajo el sol, los flamencos guiñan y se arquean y caminan. Las aves giran en el aire en innumerables respiraciones exhaladas. Estamos creciendo, recordando, olvidando, transformando. Los muchos, somos un rostro cambiando expresión.

El ojo está en todas partes. No hay ningún acto que no ve, ni deseo que no pueda sostener, ningún secreto que no pueda ser conocido. Los cielos hablan. La llama explota en tus mejillas. Las cosas son posibles. En un momento vivimos un millón de años, miles de vidas en un suspiro.

He aquí el ojo que te sostiene. Sin manos, te ha hecho. Tu serás sus manos. Sin lengua, tu te has convertido en su lengua. Tu trabajo es su voluntad. Si lo que haces - tu cuerpo, tu amor, tu paz - es bueno, ello sera visto por los dioses y permanecera para siempre.

Cuando el ojo se abre, miro hacia atrás.

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